martes, 25 de octubre de 2011

Entrada 1 - Día 30

Treinta días antes del Fin


Ese día me levanté temprano, cosa no muy habitual en mi, soy un poco perezoso, eso no lo puedo evitar, me gusta mucho la cama. Eran las 6:00 de la mañana, y aún era de noche. Tenía la ventana abierta, estaba en un primer piso, y desde allí podía ver toda la calle desierta y vacía. Si te quedabas en la ventana oías pasar al camión de la basura puntualmente.  Él y yo éramos los únicos seres vivos en mi calle a esas horas.

Quería presentarme a las fuerzas armadas, ser un soldado y para ello tenía que prepararme para las pruebas físicas. Desde que el ejército se había hecho profesional, entrar no era muy difícil, pero estábamos en tiempos de crisis, y todo el mundo quería entrar; Esto hacía que las pruebas de acceso se hubieran endurecido y quería sacar la máxima puntuación.


Había terminado el año anterior la ESO y ahora no me llamaba la atención nada, es más, no creía encajar en ningún sitio y  ser soldado, aprender a sobrevivir, a esquiar, a escalar, ser un nómada sin un lugar concreto al que pertenecer era un ideal .  No haría falta que encajara en ningún lado, no haría falta que me integrara en esa sociedad tan fría que parecía algo ajeno y lejano a mí.  Quería ser un alma errante, que viviera aquí y allá disfrutando de hacer lo que quisiera y de tener tiempo libre. 


Me gustaba la acción, el riesgo  y la aventura. Por este motivo me estaba levantando toda la semana a las seis, para acostumbrarme, para irme a correr, hacer flexiones y abdominales, para estar preparado para la semana siguiente. Al menos eso ocurría en mi mente, otra cosa es lo que en realidad terminaba pasando, que era que no me levantaba hasta antes de las 11:00, con un dolor de cabeza muy grande por haberme quedado el día anterior jugando a juegos en línea con el PC hasta altas horas de la noche.Me había apuntado al ejército, había entregado ya los papeles en un cuartel de Valencia y me  habían dado cita para presentarme al examen “psico-técnico”. Decían que era complicado pero yo no creía en aquel momento que hubiera mucho de que preocuparse, aunque como más adelante vería, no tuve oportunidad de llegar siquiera a intentarlo.Yo era un chico normal, moreno, de pelo corto y de punta. Llevaba siempre una gorra negra y un colgante con una bala de 9 mm vacía que me había dado un amigo de mi padre, que era militar, luego me enteré que "ese amigo" la había comprado en los "chinos". Parecía más joven de lo que era y quería creer en aquel momento que se me notaba algo el esfuerzo de las últimas semanas en el gimnasio, sobretodo al enseñar mi pecho y brazos; estaba orgulloso de ello, ahora en la distancia admito que el gimnasio durante 3 semanas a intervalos irregulares apenas había tenido un gran efecto en mi, pero eso de haberme depilado el pecho y los brazos y algo de mi mermada autoestima ayudaban a sobrevalorar los efectos conseguidos. No era muy corpulento muy a pesar de mi ego interior.Tenía 18 años y creía que lo sabía todo, creo que es un gran defecto de estas edades, nuestro afán de independencia y de sentirnos diferentes y mejores nos llevan por un camino algo egocéntrico y poco realista sobre nuestras capacidades. Hoy en día puedo decir que mi mejor característica en aquellos días era la soberbia, de la cual me emborrachaba habitualmente, cuando quise darme cuenta de que no lo sabía todo ya era tarde…

Esta es mi historia y empieza en este día, a estas horas de oscuridad, cuando las sombras empezaron a caer sobre el mundo. Todo lo que conocía desapareció en 30 días y nada volvió a ser lo mismo jamás.


 

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