lunes, 31 de octubre de 2011

Entrada 5 - Día 29

Treinta días antes del fin

El resto de la tarde estuve en casa. Mi madre estaba trabajando, así que no tuve que oír su voz de forma continuada diciéndome que tenía que hacer esto o lo otro.

Estaba tranquilo, jugando al Call of Duty y conectado al tuenti. Mis amigos estaban por allí, y hablaba consecutivamente con unos y con otros. Adela había puesto unas fotos de su noche de fiesta, según me dijo fue muy bestia. Adrián había puesto fotos de su coche y él, los dos juntitos, haciendo el tonto, ¡QUÉ PERSONAJE!  y así podría seguir durante todo el día contando. La verdad es que no solía cotillear las fotos de los demás, pero era entretenido, estaba aburrido y ese día necesitaba evadirme. Sentía aún aquella mirada, penetrante y oscura… tenía miedo, y yo nunca había tenido miedo de nada.

viernes, 28 de octubre de 2011

Entrada 4 - Día 29

Treinta días antes del fin

Estuve rondando por allí un rato, intentando ver algo, pero la policía mantenía un cerco de seguridad y no dejaba que se acercara nadie, mientras los bomberos luchaban por intentar apagar el incendio, que parecía extenderse sólo… Estuve contemplando las llamas, que ya salían del edificio, se dejaban ver como serpientes que escapaban por las ventanas, sigilosamente, para después morder a sus víctimas. El humo y las llamas eran impresionantes…  lo cubrían todo.

jueves, 27 de octubre de 2011

Entrada 3 - Día 29

Treinta días antes del Fin

 Al día siguiente, me desperté a la misma hora que siempre, decidí quitarle trabajo a mi madre, desayune y encendí la televisión, la verdad, me interesaban mucho las noticias, me informaba de que ocurría a mi alrededor. Esa mañana me llamo mucho la atención una noticia, en ella decían que a menos de 5 km de mi casa, en un hotel, había ocurrido un incendio (ya era el tercero que escuchaba en dos días), no sabían cuanta gente había muerto o si alguien había conseguido escapar de las llamas, aun estaban intentando extinguir el fuego.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Entrada 2 - Día 30

Treinta días antes del fin


La calle estaba desierta… mi ritmo era rápido, aunque nunca se me había dado muy bien “correr”, me gustaba. Durante una hora  te olvidabas de que el mundo existía y lograba sumirme en un trance sanativo, que cicatrizaba todas las heridas que mi mente juvenil se autoinflijía con supuestos atentados a mi persona, cabreos impersonales contra el mundo, por no dejarme vivir sin necesidad de tener que trabajar y esforzarme, todo parecía ir contra mi, tenía que limpiar, lavarme, tratar bien a los demás y todo a pesar de mi rabia creciente por no saber hacer nada y no querer tampoco esforzarme en ello, el mundo no era justo conmigo.
Cada día estaba recorriendo cerca de 10 km, como imaginais eso era de lo que intentaba autoconvencerme, ya los hacía bastante deprisa, si puede decirse que una hora y media es un record para ello, cosa que no creo. Solía pararme a la media hora  como mucho, con la lengua fuera y jadeando como un perrito insolente, que quisiese burlarse de su dueño y luego andaba tres cuartos de hora antes de animarme el último tramo a llegar corriendo a casa y meterme en la ducha creyéndome invencible.
Así pasó la mañana, recorriendo a paso rápido los alrededores de la ciudad, viendo como las farolas empezaban a apagarse a medida que se hacía de día.  Esa mañana no tenía muchas cosas que hacer. Ya le dije a mi madre que no quería seguir estudiando que me iba a preparar para el ejercito y ella con un bufido me dejó, como hacía siempre, no sin antes advertirme lo que ya sabía que iba a pasar y yo terminaba entre gritos saliendo de casa y diciendo que me dejarán en paz, no me comprendían. A día de hoy puedo decir que mi madre solía tener razón "SIEMPRE" y puede que fuera eso lo que más me cabreara.

Viví con ella a solas prácticamente toda mi infancia. 
Mi mamá se llamaba Amanda, era una mujer de 40 años, muy bien conservada, rubia, de ojos color miel, dulces y duros al mismo tiempo. Mi padre murió cuando yo tenía 5 años y apenas tengo un gran recuerdo de él. Un “bicho” de esos microscópicos se le metió por una herida pequeña y le infectó parte del brazo. Él creyó que era sólo una pequeña hinchazón debida a un golpe, grave error. El brazo se le grangrenó por no haber acudido de inmediato al hospital y antes de poder darse cuenta, llevaba 20 operaciones de limpieza de pus, que terminarón en un “shock tóxico” provocado por las toxinas que liberaba la gangrena en su avance, causándole un falló multi-orgánico que terminó finalmente con su  vida.


Habían pasado ya 13 años desde aquello y mi madre estaba aun intentando rehacer su vida. Creo que recuerdo haberla oido llorar todas y cada una de las noches que recuerdo desde que pasó. En algunas ocasiones entraba y la abrazaba y hacia como si no me afectara la situación, eso si lo recordaba, al menos antes lo hacía, ahora creo que mi rabia y mi orgullo habían anestesiado esa parte importante de un ser humano llamada comprensión. No quería entrar, no quería ayudar, solo quería olvidar que alguna vez había tenido padre, estaba rabioso con él, por habernos abandonado, por haber muerto, lo culpaba de todo lo que iba mal en mi vida, por que si, era más fácil culparlo de todo, que darme cuenta del verdadero culpable de lo que pasaba en mi vida día a día. 

Ahora  empezaba a salir otra vez un poco con amigas y alguna vez había quedado con un hombre que conoció a cenar. Pero no era nada serio y no creía que en mucho tiempo pudiera serlo.


 Yo no llore la perdida de mi padre, cierto que lo echaba de menos pero en el fondo de mi sabia que ahora estaría en un lugar mejor mi madre, mantenía las cosas de mi padre quería seguir teniendo una parte de él en su memoria, y eso le causaba mucho dolor. 

Cuando llegaba de correr por las mañanas, mi madre me tenía preparado el desayuno. Qué me tomaba con rapidez. La verdad es que soy muy nervioso, excepto cuando me ponía hasta el culo de porros, o cuando me pasaba la tarde entera sin hacer nada hasta quew me dolia todo el cuerpo al levantarme del sillón claro.

Cuando llegué a casa, me tomé la leche con cola-cao, una magdalena y  me duché. Al salir la tele estaba puesta en el salón y se oían las noticias. Eran las nueve y mi madre se iba a trabajar ya. Entraba en media hora, así que no tardaría mucho en irse.  

En la tele, escuché la noticia de varios grandes incendios a lo largo de toda la capital. Una sala de cine, en Madrid, unas oficinas del centro y un listado de otros lugares menores que tenian en jaque a todo el cuerpo de bomberos y policia madrileño. Lo más raro es que en ninguno de los lugares se habían encontrado a las incontables víctimas que deberían haberse producido.

No había cuerpos, aunque se sabía de docenas de desaparecidos en cada uno de los lugares.



La tele siguió dando sus reportajes y ya no le presté demasiada atención. El día pasó rápido. Yo en el ordenador, jugando a “call of duty” y bebiendo algo de coca-cola de vez en cuando. Por la tarde llegó mi madre preparó la cena y me fui a dormir supuestamente claro, ya sabeis que continué haciendo durante practicamente toda la noche, ¿no?

martes, 25 de octubre de 2011

Entrada 1 - Día 30

Treinta días antes del Fin


Ese día me levanté temprano, cosa no muy habitual en mi, soy un poco perezoso, eso no lo puedo evitar, me gusta mucho la cama. Eran las 6:00 de la mañana, y aún era de noche. Tenía la ventana abierta, estaba en un primer piso, y desde allí podía ver toda la calle desierta y vacía. Si te quedabas en la ventana oías pasar al camión de la basura puntualmente.  Él y yo éramos los únicos seres vivos en mi calle a esas horas.